Un dron graba el momento en el que una nadadora juega con una familia de orcas

Las orcas tienen fama de violentas. De hecho, llevan años viviendo con el apodo de ballenas asesinas, en parte por algunos capítulos conocidos de ataques contra sus entrenadores en algunos zoos. Sin embargo, en su entorno natural estos enormes mamíferos marinos no tienen nada de violentos y la prueba la tiene esta nadadora neozelandesa que se encontró a una familia de orcas durante un entrenamiento.

El fotógrafo Dylan Brayshaw se encontraba en la playa de Hahei Beach, en la isla norte de Nueva Zelanda, cuando vio a un grupo de orcas acercarse a una nadadora. Esta se salió del agua, pero cuando regresó a su entrenamiento las orcas volvieron a acercarse: Brayshaw grabó todo con su dron y el vídeo, de apenas dos minutos, es impresionante.

Las tres orcas, una adulta y dos aún jóvenes, comienzan a rodear a la nadadora, que no da crédito a lo que está viviendo. De hecho, se acercan tanto que tiene que dejar de dar brazadas y se va volviendo sobre sí misma para disfrutar del espectáculo único. Los mamíferos juegan con ella durante más de un minuto y después se marchan, dejándonos unas imágenes impactantes gracias a la grabación de Brayshaw.

Otro caso en una semana

Ver a unas orcas acercarse tanto a los humanos no es normal; menos, aún, que haya cámaras que den testimonio de los hechos; y casi insólito que dos casos similares estén separados en el tiempo por apenas una semana. Si la nadadora neozelandesa se encontraba con las orcas el pasado 4 de diciembre, un buceador, Rowan Virbickas, vivía un episodio similar apenas unos días antes, el 26 de noviembre.

El propio protagonista reconoce a Rumble que estaba “pescando erizos de mar como otro día cualquiera cuando se me acercó una amistosa cría de orca, seguida por otros tres ejemplares de su familia”. Comenzaron a nadar en círculos a su alrededor y entonces desaparecieron. Virbickas aprovechó ese momento para poner a grabar su cámara Go Pro con la esperanza de que el grupo volviera… y lo hizo.

Las cuatro orcas regresaron hasta su posición y volvieron a jugar con él, haciendo círculos e, incluso, la más joven llego a empujarle con su aleta, en un claro gesto amistoso: “Estuvieron otro minuto y medio jugando a mí alrededor, fue increíble”, recuerda Rowan Virbickas. Una experiencia que nunca olvidará.

Vía: El Confidencial

Deja un comentario