Robots que surcan y miden los mares

James Gosling quiere interconectar los océanos del planeta. Está modificando una flota de ronots que se desplazan por el océano para medirlo todo, desde el tiempo atmosférico hasta las mareas negras, y que reducen enormemente muchos de los gastos de las empresas relacionadas con los océanos.

Gosling diseñó uno de los lenguajes más influyentes y más utilizados: Java. La empresa de Silicon Valley en la que entró, Liquid Robotics, ha recaudado mucho dinero para llevar a cabo esta misión: 40 millones de dólares, entre los que se incluyen 22 millones aportados en junio por Vantage Point Capital Patness y Schlumberger, una empresa de servicios petrolíferos.

 

El Wave Glider, fabricado por Liquid Robotics, es prácticamente del tamaño de una tabla de surf. Mediante un sistema de propulsión basado en la fuerza de las olas y dos panels solares que sirven de fuente de alimentación para sus ordenadores, los robots se desplazan lentamente por el océano registrando datos.

 

Unos procesadores de teléfono móvil de baja potencia procesan los datos recogidos por los sensores, que luego se envían por satélite o por móvil a ordenadores en tierra firme.

 

 

“Poner un ordenador en medio del océano es todo un reto, pero ahí radica su atractivo”, comenta Gosling, diseñador jefe de programas en Liquid Robotics.

 

 

Liquid Robotics está trabajando para interconectar decenas de miles de estas naves, añadiendo sensores y capacidad informática a bordo para que los robots puedan autodirigirse en proyectos oceánicos que duren años. Ahora mismo, los robots funcionan de forma autónoma.

 

 

“Esto se parece un poco a 1960, la era espacial, cuando acababan de lanzar al espacio unos cuantos satélites”, explica Edward Lu, un astronauta jubilado que ahora está a cargo de las “aplicaciones innovadoras” en la empresa.

 

 Liquid Robotics ha vendido ejemplares de Wave Glider a la Aministración Oceánica y Atmosférica Nacional de Estados Unidos por más de 100.000 dólares. La empresa ha construido 70 Wave Gliders desde 2009, la mayoría de ellos para que sean utilizados por científicos y por la industria petrolífera. 

También presta un servicio de envío de datos a empresas que cuesta 1.000 y 3.000 dólares al día. “Hacemos el trabajo de barcos que suponen un gasto de entre 50.000 y 100.000 dólares diarios”, comenta Bill Vass, consejero delegado de Liquid Robotics.

 

Otras empresas, como iRobot, también fabrican robots marítimos con sensores, pero estos suelen utilizarse para labores submarinas y no están diseñados para formar parte de una red. Hay algún que otro inconveniente: por ejemplo, un tiburón mordió un aparato; perdió un sensor pero aún así consiguió llegar hasta una nave de rescate.

 

Este mes la empresa está iniciando una campaña de concienciación de un año de duración mandando cuatro naves de viaje por el Pacífico. Dos robots intentarán llegar a Tokio y dos a Sidney. Liquid Robotics publicará datos de los sensores en Internet y los pondrá a disposición de todo el mundo, y la persona que les encuentre el uso más innovador se llevará un premio.

 

Los robots se desplazan a un nudo y medio de velocidad, impulsados por unas alas submarinas que están conectadas a la nave que va por la superficie mediante una cinta de 6,7 metros.

 

Las alas se elevan ligeramente cuando una ola levanta la nave y hacen que esta avance. Roger Hine, fundador de la empresa, empezó a trabajar en este proyecto en 2005 cuando un amigo de su padre buscaba un modo de seguir el rastro de las ballenas yubartas. “Estuve mucho tiempo tratando de averiguar por qué nadie había construido ya una nave de este tipo”, comenta.

 

Fuente: The New York Times, vía El País.

 

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