Loredo, la nueva cuna de la pesca submarina

Hay un dicho que compara a los pescadores y a los cazadores con mentirosos. Por eso del ego y sacar pecho ante los trofeos, ya saben. Pero en Ribamontán al Mar no hay nada de eso, de jactanciosos, digo, porque pescadores sí que hay unos cuantos. Y, además, de captura submarina, nada menos. Pero ellos son muy prudentes, no dan cifras de las capturas a la ligera en busca de un aplauso fácil. «Eso añade una presión a la gente joven por superarse y es cuando surgen los accidentes», justifica el presidente del Club Apnea de Loredo, Rubén Campuzano. Y eso que su colectivo, con 25 socios, no para de pescar éxito tras éxito, así que no les falta razones para presumir. Tienen en sus filas a campeones como Jesús Gutiérrez y Mario Cañizo, además de Ángel Cruz, que se hizo con el Campeonato de España de Pesca Submarina en julio, un certamen que organizó el colectivo de Loredo en colaboración con la Federación Cántabra de Actividades Subacuáticas.

Tanto la pesca subacúatica como la apnea son deportes de contrastes. Consisten en prácticas que establecen un reto muy individual, sin embargo es «aconsejable», o mejor dicho, «necesario», hacer siempre en compañía para sortear los riesgos. Es por ello que resulta útil un colectivo que respalde. Aunque en el de Loredo son ahora 25 socios (sobre el 75% del propio Ribamontán al Mar), nunca se hacen salidas en grupo tan numerosas. «Solemos quedar dos o tres una mañana», apuntan.

El campo de acción para la inmersión es la zona oriental, acotándola un poco más sería desde la isla de Santa Marina hasta Isla o Noja, dejando al margen Mouro y la Península de la Magdalena, que son reserva. Ahí es donde se zambullen y echan «tres o cuatro horas». La diana está clara, localizar una pez lo suficientemente suculento. «El máximo que puedes sacar en un día son cinco kilos o la pieza más grande, dado que a veces uno pesa más y no lo vas a partir, sería absurdo», dice Asier Lafuente, otro de los miembros del club y vecino de Latas.

Al preguntarles por los trofeos que cada uno tiene en su pared, no se lanzan a dar cifras de cabeza, ni tampoco de los tiempos que aguantan sin respirar. «Eso establece presión en los jóvenes por alcanzar mayores profundidades en busca de la pieza más grande, y al final eso es como animar a alguien a ir a 150 kilómetros por hora por la autopista», dice Campuzano. Aunque sí que recuerdan en especial que «un compañero atrapó una corvina de 34 kilos». También hablan de cómo está modificando el cambio climático todo ahí abajo. «Ahora se ven meros de zonas tropicales de 12 kilos, y peces limón que antes no se veían», describe Lafuente.

Uno de los retos que presenta la pesca submarina es que no se practica con botellas de oxígeno, con lo que la capacidad de aguantar la respiración es una de las principales herramientas. Además, es obligatorio poseer una licencia y estar federado. Los de Loredo además reivindican que «no se nos puede confundir con los furtivos, que son lo que hacen más ruido, nosotros respetamos todas las normas». De hecho, apuntan a que «la pesca submarina es muy selectiva, vas a por peces que sean de una talla muy interesante», explica Lafuente.

Cuando más se extrae del mar es en el momento de los campeonatos. El nacional que se organizó desde Loredo este julio se saldó con mil kilos de pescado en un fin de semana entre todos los competidores. «Si lo ves piensas que es una barbaridad, pero eso no es ni una cuarta parte de lo que saca un pesquero un día», remarca Marce Aja, otro de los miembros del club. Ese campeonato se lo llevó el santanderino Ángel Cruz, socio del grupo, así consiguió el pase para representarnos en el mundial que tendrá lugar en Italia en septiembre. Con ello Cruz ha conseguido «el premio más importante a nivel individual» e intentará a hacerlo lo mejor posible a pesar de que «no son aguas en las que me maneje muy bien porque es Mediterráneo, pero tengo muchas ganas».

Fuente: eldiariomontanes.es

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