Johanna Nordblad, la valiente que bucea en aguas congeladas

Johanna Nordblad no le gusta ponerse límites. Tiene una gran confianza en sí misma y un es­píritu de superación imparable. Por esto, cuando ocho años atrás estuvo a punto de perder una pierna tras sufrir un grave accidente en bicicleta, no se rindió. Empezó a sumergirse en aguas heladas y lo que comenzó como una terapia aconsejada por los médicos acabó convirtiéndose en su nueva pasión.

Tanto es así que en el 2015 batía el récord mundial femenino de apnea bajo hielo. Lo consiguió en el lago Päijänne, uno de los muchos que salpican los blancos paisajes invernales de su Finlandia natal. En tan solo 55 segundos recorrió 50 metros, conectando dos huecos que habían sido previamente perforados en una densa capa de hielo de más de 30 centímetros de grosor. El agua estaba congelada y, casi sin luz, enlazó los dos puntos sin asistencia respiratoria y vestida con un simple bañador.

El choque corporal que provoca la inmersión a tan bajas temperaturas obliga a cambiar la respiración. Es un proceso que, con el tiempo y mucha práctica, ha aprendido a controlar. Pero si alguien le hubiera hablado de ello en el 2010, cuando sufrió el accidente, seguramente no se lo hubiera creído.

Los médicos estuvieron a punto de amputarle la pierna. La fractura era tan mala que tuvo que permanecer abierta durante 10 días para evitar que terminara en necrosis. El dolor era agudo, insufrible. Le propusieron sumergir la pierna en agua muy fría. Es un proceso que “alivia y ayuda a desinflamar. Y también relaja la mente”, explica en declaraciones a La Vanguardia.

Ahora, visto desde la distancia, considera que el accidente le dio “una lección de cómo se siente realmente el dolor. Aprendí a gestionarlo. No me tengo que poner de mal humor cuando lo sufro”, explica.

Aunque al principio no lo veía tan claro. “Empecé sumergiendo sólo la pierna herida. Primero, cuando todavía no estaba habituada, me pareció muy doloroso. Pero después, me fui acostumbrando. Decidí poner la otra pierna. Luego, al cabo de un tiempo, me sumergí completamente. Y, después, empecé a nadar bajo la superficie. Ahora, me encanta la sensación”.

Nordblad ha sido capaz de pasar de una situación muy difícil, que podría haber arruinado para siempre su carrera como deportista, al éxito más absoluto. Y, ahora, todo el mundo la conoce como la sirena del hielo.

“El mundo ahí abajo es tan bonito, tan silencioso”, explica. Le invita a la calma, a la paz, a la tranquilidad. Además, en Finlandia los lagos se hielan durante los largos meses de invierno. De modo que, para ella, ser capaz de bucear en condiciones tan extremas, sin importar si el agua está congelada o no, significa poder disfrutar de lo que más le gusta durante todo el año.

Hace poco, el realizador británico Ian Derry la grabó sumergiéndose en el Sonnanen, su lago preferido. El vídeo, titulado Johanna, se hizo rápidamente viral, con más de diez millones de visualizaciones.

Rodarlo fue todo un reto, explica el propio Derry en el making off. A 14 grados bajo cero, las baterías se agotaban cada dos por tres y la cámara también se congeló.

Aunque lo peor fue esperar en la superficie mientras Nordblad se sumergía. “Vale ahora saldrá”, se decía. Pero no, no aparecía. “Esto es demasiado”, se repetía, nervioso, a punto de lanzar la operación de rescate. Pero entonces, la sirena asomaba la cabeza, con la cara completamente azul, diciendo que tenía que volver a descender. Derry la define como “una perfeccionista, una profesional” que “cree completamente en lo que hace”.

No es algo nuevo en su vida. Se inició en la apnea en el año 2000. Este deporte le cautivó y empezó a competir en mundiales. Sólo cuatro años más tarde, marcaba su primer récord mundial. Y en el 2014 entrenó al equipo de apnea masculino de su país en el Campeonato del Mundo de Italia. Quedaron terceros.

En la actualidad una de sus próximas metas es batir al mayor apneísta bajo hielo masculino, el danés Stig Åvall Severinsen, que ha logrado bucear a pulmón 76,2 metros. Aunque no se obsesiona con ello. “No soy ese tipo de deportista que entrena por los resultados. Yo practico porque me encanta hacer lo que hago. Pasar mucho tiempo en el agua es lo que hace posible batir récords”, explica.

Para ella, además, nadar bajo el hielo también tiene un significado artístico. “Amo el agua y querría enseñarle a todo el mundo lo bonito que es todo ahí abajo”. Se nota que es diseñadora de formación y, junto a su hermana Elina, que es fotógrafa, ha puesto en marcha un proyecto de arte subacuático. “Es uno de mis favoritos, porque puedo jugar bajo el agua y pasar tiempo con mi hermana. Le dedico todo el tiempo que puedo”. Han organizado exposiciones por toda Finlandia y sueñan con llevar sus creaciones a otras partes del mundo.

Vía: lavanguardia.com

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